Enredaderas II

Cuando murió mi abuelo acompañé a mi mamá a la primera misa. Y escuchando al sacerdote católico, me sentí afortunado de que mis padres no me hubieran llevado muy seguido a la iglesia de niño. El Jesús que describían me parecía de lo más rancio y tedioso.

Me desagrada el dios del que habla la mayoría de los cristianos. Pero admiro al hombre que se sentó a tratar a los leprosos, que ayudó a las prostitutas y murió con los ladrones. Decidí por ello hacerle una ofrenda, no al dios, sino al ser humano que luchó por las clases sociales desfavorecidas en su tiempo y su región.

El único cristianismo que conozco y que me agrada, es el que existía cuando el cristianismo era ilegal: el de los cristianos que donaban sus propiedades, dinero y vendían sus pertenencias para alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y redistribuir la riqueza de manera equitativa. El cristianismo que no le convenía a Constantino y los opresores de ese tiempo.

Pero dado que no lo conocí, y la historia acerca de él es dudosa, lo haré desde una perspectiva algo distante. El que canta estos poemas no soy yo, sino un cristiano de los primeros siglos, cuando aún no se conformaba el canon católico, cuando los creyentes oían rumores de todo tipo, distintas versiones e interpretaciones. Aquí pondré sólo dos, que son los que tengo terminados.


LA TENTACIÓN


¿Qué habrá pasado en su mente?

Cuando Juan le contara | Su visión donde el cielo | Cuando fue bautizado

que él era el hombre | que fuera rasgado y | marchó hacia el desierto

que allana el camino | 'el espíritu baja | 'y lo tienta con pan

'y proclama mas no el que | le muestra que éste es | el Dueño del Mundo

pregunta qué cosa es | el Verbo de Dios | le incita a invocar por 

la hierba y la flor | que no se marchita | Los ángeles fuertes

para tomar-los | «¿Vienes tú a mí?» | para el rescate

entre los brazos | Juan le pregunta | pero él le contesta:

a los corderos | sin duda alguna | nadie vendrá.


Imagínense yendo con su primo, que está bautizando y anunciando la llegada de alguien muy importante que salvaría a todo el país, y de repente éste les dice: «Tú eres el que esperamos». Creo que habría ido al desierto a pensar: «¿Cómo? ¿Yo? Yo lo estaba esperando también... ¿Le diré a toda esa gente que no soy yo, que sigan esperando?» ¡Cuánto peso le echaron de pronto! E impulsado por las historias que cuentan, como Alejandro Magno yendo directo hacia Darío buscando tener un combate singular como en las historias de Homero, Yeshúa ben Yosef se lanzó a intentarlo, motivado por las historias de los jueces que, siendo nadie, los salvaron a todos.


LA MUERTE DE LÁZARO


¿Qué habrá pasado en su mente?

Cuando Miriam llegara | Le contara que Lázaro

derramando el dolor que | fue sepultado en su ausencia

su Dios decidió | no vino a tiempo


Todos lo vieron llorar


Éste es el Hijo de Dios | Es un hombre que sufre

llorando la herida | la muerte de otro

de Miriam su amiga | de un gran amigo

porque Dios requería | que muriera en dolor


Si Dios llora

¿qué será de nosotros?


CRUCIFIXIÓN


¿Qué habrá pasado en su mente?

Cuando fuera apresado | cuando los cielos callaron

y en la cruz Él lloró | como en Getsemaní

porque Dios lo abandonó | pues resignado aceptó

y un hermano contó | el destino que le dio,

que a los guardias rogó | ser salvo y no muerto

no ser golpeado ni herido | a voluntad del Señor


Estos dos son puntos en que se nota su mortalidad, oculta bajo los intentos de recomponerlo todo para revestirla de divinidad.


Pues estas son, otra vez, las enredaderas. No todas las temáticas son apropiadas para hacerlas. Cada hemistiquio expresa una postura diferente ante el mismo objeto, y así, llegar con su síntesis al entendimiento de la totalidad.

Algún día, cuando termine todos estos poemas, los publicaré con pies de página para señalar todos los versículos, tanto de textos canónicos como apócrifos. Creo que a alguien que investigue este sitio problemático de la historia, de manera objetiva, le agradarían como a mí. Porque al menos yo, cuando he tratado de leer una novela de Juan Bautista que, se notaba, el autor sólo conocía la versión católica, me aburrió, decepcionó y lo abandoné.

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