Las Supersticiones Psicológicas y el Funcionamiento de lo Inconsciente

    Hay ciertas teorías, o quizá seudoteorías, que intentando explicar la realidad apelan a principios no demostrados que no explican sino que inventan una interpretación cíclica de los hechos, de tal manera, que inventan la realidad. Similares a la ley del karma, uno siempre alguna cosa mala en algún momento de su vida, y cualquier desgracia ocasionada por la Diosa de la Casualidad puede ser entendida como el castigo de aquella maldad hecha hace mucho.

    La corriente psicológica con la que más estoy familiarizado es con el psicoanálisis, y de sus supersticiones son de las que hablaré aquí, las cuales yo también antes creía; pero sé que estas supersticiones se instalaron también en las demás corrientes psicológicas.

    Para empezar debo aclarar primero brevemente unos conceptos de cosmonomía: 1) las cosmogonías descriptivas: son cualidades que se le atribuyen a las cosas, cualidades que son necesarias para el funcionamiento de 2) las cosmogonías generativas (o sintagmas de la cultura): que son secuencias lógicas por defecto que generan 3) la realitas: la realitas es la percepción que genera el sistema nervioso a partir de ciertos patrones fisiológicos, culturales y de experiencias frecuentes que suceden en 4) la anterrealitas (o prerrealidad): que es la Naturaleza en su totalidad.

El Cumplimiento de Deseos en el Sueño

    Lo primero a aclarar es que la teoría de Freud del sueño como un cumplimiento de deseo es falsa. Él (2012 [1925]) dijo así:

Al sueño no puede atribuírsele más que un propósito útil, una sola función: la de evitar la interrupción del dormir. El sueño puede ser calificado como un trozo de fantasía puesto al servicio de la conservación del reposo. (pág. 2890).

    Primero: "No existen pruebas convincentes de la teoría freudiana de los sueños; de hecho, la ciencia cerebral de la década de 1890, que le sirvió de fundamento, está ahora anticuada." (Pinel, 2007, pág. 387). Segundo, lo que sabemos ahora es que al dormir pasamos varias etapas diferentes, y sólo en una de ellas soñamos, la fase REM, y en la fase REM no descansamos, cuando descansamos al dormir es precisamente en la fase en la que no soñamos nada.

    De tal modo, que:
1. La teoría de Freud es que el sueño es un trozo de fantasía puesto al servicio de la conservación del reposo;
2. El hecho es que cuando estamos en reposo es cuando no soñamos nada.
3. Por lo tanto es falsa la teoría de Freud, porque el sueño no puede ser una fantasía al servicio de la conservación del reposo porque reposamos cuando no soñamos nada.

    En cuanto a las teorías actuales y los hechos actuales John P. J. Pinel (2007) expuso lo siguiente:

Se han propuesto numerosas teorías sobre las funciones del sueño REM. La mayoría pueden clasificarse en una de tres categorías: 1) las que postulan que el sueño REM es necesario para el mantenimiento de la salud mental del individuo; 2) las que postulan que el sueño REM es necesario para el mantenimiento de los niveles normales de motivación, y 3) las que postulan que el sueño REM es necesario para el procesamiento de los recuerdos. Ninguna de estas teorías se ha erigido en clara vencedora. Los informes acerca de que la privación del sueño REM produce una serie de problemas de personalidad y de motivación no se han podido replicar, y los informes más recientes de que la privación de sueño REM produce pérdida de memoria de determinados tipos de información aprendidos el día anterior, aunque son prometedores, siguen siendo controvertidos.
...
Una teoría reciente acerca del sueño REM se basa en la premisa de que este tipo de sueño no cumple una función esencial: ésta es la teoría del sueño REM por defecto. Conforme a esta teoría, es difícil permanecer continuamente en sueño NREM, de modo que el cerebro cambia periódicamente de un estado a otro. Si hay una necesidad física que satisfacer inmediatamente (p. ej., comer o beber), el cerebro pasa a vigilia; si no hay necesidades inmediatas cambia por defecto al estado de sueño REM. Según dicha teoría, el sueño REM y la vigilia son estados similares, pero el sueño REM es más adaptativo cuando no hay necesidades físicas inmediatas. Un apoyo indirecto a esta teoría procede de las muchas semejanzas entre el sueño REM y la vigilia. Por ejemplo, el lector ya conoce los elevados niveles de actividad neuronal, la rápida frecuencia cardiaca y la alta tensión arterial que caracterizan al sueño REM; y se ha demostrado que los sujetos se despiertan fácil y rápidamente del sueño REM. Un estudio de Nycamp y colaboradores proporciona más apoyo directo a la teoría del sueño REM por defecto. Estos investigadores despertaron a sujetos cada vez que entraban en fase de sueño REM pero, en vez de permitirles dormirse de nuevo inmediatamente, sustituyeron un periodo de 15 minutos de vigilia por cada uno de los periodos REM perdidos. En estas condiciones, los sujetos, a diferencia de los sujetos del grupo de referencia, no se sintieron cansados al día siguiente, pese a que sólo habían dormido cinco horas, y no tuvieron rebote de sueño REM. En otras palabras, no parecía haber necesidad de sueño REM si se sustituía con periodos de vigilia. Esto es consistente con el hallazgo de que cuando los antidepresivos reducen el sueño REM, aumentan el número de despertares nocturnos. (pág. 396).

    Esto es únicamente de una parte de la teoría de Freud del sueño, el sueño no está al servicio de la conservación del reposo. Lo siguiente es la superstición teórica, Freud (2012 [1900]) explicó de este modo:

Fácilmente puede demostrarse que los sueños evidencian frecuentemente, sin disfraz alguno, el carácter de realización de deseos, hasta el punto de que nos asombra cómo el lenguaje onírico no ha encontrado comprensión hace ya mucho tiempo. Hay, por ejemplo, un sueño, que puedo provocar siempre en mí, a voluntad y como experimentalmente. Cuando en la cena tomo algún plato muy salado, siento por la noche intensa sed, que llega a hacerme despertar. Pero antes que esto suceda tengo siempre un sueño de idéntico contenido: el de que bebo agua a grandes tragos y con todo el placer del sediento. Sin embargo, despierto después y me veo en la necesidad de beber realmente. El estímulo de este sencillo sueño ha sido la sed, que al despertar continúo sintiendo; sensación de la que emana el deseo de beber. El sueño me presenta realizando este deseo, cumpliendo, al hacerlo así, una función que se me revela en seguida. Mi reposo es, generalmente, profundo y tranquilo, y ninguna necesidad física suele interrumpirlo. Si soñando que bebo logro engañar mi sed, me habré evitado tener que despertar para satisfacerla. Se trata, por tanto, de un «sueño de comodidad». El sueño se sustituye a la acción, como sucede también en la vida despierta. Desgraciadamente, mi necesidad de agua para calmar mi sed no puede ser satisfecha por medio de un sueño, como mi sed de venganza contra mi amigo Otto y contra el doctor M., pero en ambos casos existe una idéntica buena voluntad por arte del fenómeno onírico. (págs. 422-423).

    Lo primero a notar es que ese mismo sueño prototípico que expone no cumple con la función que el mismo Freud le asigna. Dice que el sueño es para engañar al cuerpo saciando la sed en el sueño, pero aún así se despierta para beber agua. Así que, de principio, es un mal ejemplo de lo que quiere probar.

    Lo segundo es que este sueño le llega por la fisiología, por tener sed. Hay un estímulo que percibe dormido, ese estímulo es la sed, y lo primero que uno piensa al sentir sed es en beber algo, igual que uno puede dejar encendida la televisión y soñar con lo que ocurre según los sonidos que escucha mientras duerme. No sé qué tan seguido les haya pasado a ustedes algo como esto, yo vivo a lado de un bulevar por el que pasan muchos carros ruidosos, la ruta de un camión, y algunos tráileres, las primeras veces que dormí aquí me despertaba espantado por esos ruidos sin saber qué eran; luego pusieron una llantera y hacen un ruido como "TACA TACA TACA", yo fui miembro de una banda de metal gótico un tiempo y por aquellos tiempos esos vehículos y esa llantera aparecían en mis sueños como guitarras eléctricas y batería con doble pedal antes de despertarme y notar lo que eran realmente. Por esto, a mí me convence más la teoría del sueño REM por defecto, siendo los sueños únicamente patrones de ideas. Si uno tiene sed, sueña con beber agua porque es lo primero que uno piensa estando despierto cuando siente tal cosa; si uno está acostumbrado al estruendo de una guitarra con distorsión y escucha un tráiler pasar con su ruidajo, uno piensa en la guitarra porque es lo más parecido. Y así, cada cosa que ocurre durante la noche uno le encuentra lo más parecido, y el resto del sueño se ha de configurar únicamente a partir de los patrones más establecidos en la memoria y la conducta.

    Acerca de los deseos, uno desea cosas todo el tiempo mientras está despierto, si algo de lo ocurrido el día anterior se manifiesta en el sueño puede manifestarse el deseo, pero esto sería cuestión de estadística, no de que la función del sueño sea cumplir deseos. Porque miren, el gallo canta y el sol sale, ¿concluiremos que el gallo cantando hace salir al sol? claro que no. Igualmente, si hay deseos cuando soñamos tampoco hay que concluir que la función del sueño es cumplir un deseo. Es cuestión de estadística, uno desea algo, y al desear algo lo primero que piensa es en satisfacer el deseo. De este modo, el sueño se explica mejor por la consecución de patrones de pensamiento que por "cumplir deseos para mantener el reposo". La teoría de Freud del sueño es una falacia de la causa falsa.

    El Cumplimiento de Deseos Ocultos

    No niego que haya deseos reprimidos que se cumplen a veces, pero sí que todo accidente sea ocasionado por un deseo reprimido. La falacia de la causa falsa por la que Freud le da al sueño la función de cumplir deseos se extendió a la psicopatología de la vida cotidiana, y desde entonces los psicoanalistas interpretan cualquier error del paciente como si tuviera una intención reprimida. Y puede que sí sea, pero no en todos los casos.

    El error principal es creer que lo inconsciente se manifiesta en los errores de los actos conscientemente intencionados, porque lo inconsciente se manifiesta precisamente en los actos más cotidianos, comunes y conscientes. Por ejemplo, los lapsus por sustitución de palabras (como decir «es el blanco» cuando quisiste decir «es el negro»):

en las sustituciones hay un claro efecto de frecuencia: las palabras más frecuentes muestran una tendencia mayor a sustituir una palabra de frecuencia baja, pero no ocurre en el otro sentido. Se ha demostrado que, en el 74% de los casos de un extenso corpus de sustituciones, el elemento que podríamos considerar el intruso tenía una frecuencia más alta que el elemento correcto, con solo el 26% de los casos en los que un elemento de frecuencia más baja sustituía a otro más frecuente. (Radford, Atkinson, Britain, Clahsen, & Spencer, 2016, pág. 268).

    A todos nos pasa que nos estamos lavando las manos y llega alguien para lavárselas después y nos dice «no cierres la llave», y nosotros aceptamos, vamos a dejar la llave del agua abierta para que se lave las manos, pero en cuanto terminamos de lavarnos las manos cerramos la llave. Nos reclaman por haberla cerrado siendo que nos dijeron y aceptamos que no la cerraríamos, pero simplemente nos salió hacerlo. Esto no significa que haya algún deseo reprimido oculto que motivara este error, lo único que ocurre es que estamos tan acostumbrados a hacer las cosas así que es difícil hacerlo de otro modo.

    Igualmente sucede con los lapsus verbales, estamos más acostumbrados a usar unas palabras que otras y por eso hacemos lapsus de sustitución. Cuando un infiel llama a su pareja con el nombre de su amante no es porque tenga el deseo inconsciente de recibir un castigo, sino por la pura costumbre, dado que hay dos personas que ocupan la misma posición y al amante suele dársele una disposición e interés mayor, es más frecuente el uso de su nombre que el nombre de su pareja. Puede que haya un deseo por ser castigado, pero no necesariamente.

La Superstición de la Intencionalidad Oculta

    Efecto de estas teorías mal construidas es que los psicoanalistas y psicólogos no explican los hechos, sino que los inventan. Por ejemplo, una mujer podría acostarse a dormir sin saber que su marido ve un programa de televisión mientras ella duerme, y ella sueña entonces siempre con asesinatos porque de eso trata el programa, la mujer llega con su psicoanalista que tampoco sabe lo que realmente pasa, y supone entonces que la mujer tiene el deseo reprimido de asesinar a alguien. Y la mujer, si llega a ser influida por la transferencia y los breves pero sugestivos comentarios del psicoanalista, acabará creyendo que sí quiere asesinar a alguien. Y entonces, la mujer acabará usando ese programa de televisión como código hermenéutico para interpretar su propia vida desde la infancia hasta la actualidad.

    Esto es especialmente dañino cuando los pacientes no saben que su psicólogo también puede equivocarse. Y si el psicoanalista hace un comentario o interpretación, aunque sea muy breve y anfibológica, el paciente acabará pensando y pensando sobre qué significa lo que el psicoanalista le dijo, y así, asociará cosas hasta por fin darle un sentido a lo que el psicoanalista le dijo, pero no porque los acontecimientos de su vida hayan sido motivados de tal modo, sino porque el paciente quiere complacer a su psicólogo.

    Y pueden decir «Pero el psicoanálisis cura, funciona», y sí, pero también los brujos deshacen embarazos psicosomáticos; también los sacerdotes cristianos logran que los adictos dejen las drogas y enderecen su vida. Lo que sana es la cosmovisión que le da sentido al sufrimiento, no que el psicoanálisis encuentre «la verdad», porque «la verdad» no se encuentra, se construye (es un proceso cognitivo de cohesión entre dos o más proposiciones), a veces los psicólogos y psicoanalistas descuidados lo que hacen es reinventar la historia del paciente hasta que éste se conforma con una historia en la que se siente cómodo.

    He visto cómo algunos amigos de la Facultad de Psicología, al ir a psicoterapia, acababan metiéndose en problemas por no atreverse a reconocer que su psicoanalista había hecho una interpretación errónea, por no atreverse a reconocer que los psicólogos también se equivocan aunque sepan mucho.

    He visto el mismo proceso cuando estudio las religiones, viendo cómo la gente al vivir algo llega un sacerdote a reinventarles su historia metiéndole conceptos nuevos: Dios te salvó del peligro, si te acercas a Dios y vienes a misa todos los domingos y cumples los mandamientos él te bendecirá para que sientes su amor y puedas soportarlo todo y las desgracias dejen de ocurrirte; y funciona. Igual que el psicoanalista descuidado les dice: Te pasó esto porque tu padre hizo esto y desde entonces repites esto, ahora que lo sabes puedes dejar de hacerlo; y funciona, pero funciona hasta que el paciente acaba convirtiéndose a la misma cosmovisión que su psicoanalista le da, igual que sucede con la conversión del creyente. He visto también otros casos de personas que saben lo que les ha sucedido, que es la razón inicial de por qué les suceden sus malestares, y sólo con saberlo no dejan de sucederles esas cosas, porque no se han convertido a la cosmovisión psicoanalítica.

    Piénsese por ejemplo, que un paciente tiene un sueño, un lapsus, o cualquier otra cosa. Si el paciente cree en la superstición de las intencionalidades ocultas, entonces, aunque lo que le pasó no fuera motivado por un deseo oculto, asociará cosas hasta inventarse un motivo por el que le pasó eso. Los sueños pueden tener relación con deseos, los lapsus también, pero no necesariamente son consecuencia de esos deseos, una persona, cualquiera, siempre que crea que esas cosas pasan porque un deseo las motiva, pueden inventarse cualquier cosa y luego creer que esa cosa que acaban de inventarse fue la causa de su sueño. Igual que un creyente del karma al vivir una desgracia se inventa que en una vida pasada hizo algo malo y ahora lo está pagando.

    Así, pues, no hay que confundirnos. Vean ¿en qué se parece una vaca a un edificio? En que ambos son grandes, por lo tanto el arquitecto se inspiró en la vaca mientras hacía los planos del edificio o los dioses se inspiraron en el edificio para hacer la vaca. Esa es la misma lógica de los deseos ocultos. Que puede haberlos, pero no hay por qué mantener supersticiones que fuercen a la gente a «hacerse responsables» por cosas que la Diosa de la Casualidad hizo, sean sus actos, sus errores o su discurso.

    Otro problema es que, dado que un deseo reprimido siempre es un deseo expulsado de uno mismo, y que lo que uno desea es siempre algo determinado por su cultura, lo que la cultura o las circunstancias diversas de su vida le exigen a una persona no son algo de lo que el sujeto debiera considerarse responsable, pues si es un deseo reprimido no es un deseo suyo. Estos son problemas causados por la anfibología de los términos, por hablar del Yo, el cual se confunde de manera anfibológica con la identidad de uno mismo. La identidad es una idea y nada más; la psique trasciende la individualidad, porque su dinámica es la interrelación constante con el medio ambiente y la genética. Y siendo así, que si un deseo reprimido no es deseo de la identidad consciente, entonces a través de la superstición del deseo oculto uno siempre puede atribuirse los deseos de todos a su alrededor. Y a partir de que uno se lo cree, tal cosa comienza a tener efectos en uno, y este efecto de la cosmogonía del deseo oculto es que el psicoanalista comienza a ver los efectos de la intencionalidad oculta que le embarró a su paciente y cree que su teoría es verdadera. Pero no lo era antes, sino que lo empezó a ser a partir de que el psicoanalista o psicólogo descuidado, mediante la transferencia, le embarró una intencionalidad oculta que muy probablemente antes no existía.

Lo Inconsciente como Lógica por Defecto

    Freud hacía una distinción entre lo inconsciente en sentido dinámico y en sentido descriptivo. Por inconsciente en sentido descriptivo se entiende todo lo que no es consciente, incluyendo lo preconsciente, lo que no es consciente pero puede serlo más tarde; y lo inconsciente en sentido dinámico se refiere a lo reprimido y a lo que se manifiesta a través de los mecanismos de defensa. Pero para sostener estas definiciones necesitaba de la suposición de que la mente recuerda absolutamente todo cuanto ha sido vivido, siendo lo reprimido lo que ocasiona las lagunas en la memoria que no somos capaces de recordar, y esa suposición no está probada. De modo que lo menos que podemos hacer es ponerla en duda. La mente, igual que todo producto de la evolución no es perfecta ni tiene una finalidad concreta, sino que es producto de la variación constante moldeada por la selección natural, y siendo tal, no es posible suponer que la mente tenga la capacidad de recordarlo todo. Y siendo así, uno no puede sostener con objetividad cuándo una cosa es inconsciente en el sentido dinámico y cuándo en el sentido descriptivo, cuándo es producto del diablillo de lo inconsciente y cuándo es intervención de la Diosa de la Casualidad.

    Sé que hay quienes toman la palabra de Freud como algunos otros toman el Evangelio, pero hay que recordar que Freud era un neurólogo de su tiempo, y configuró algunos aspectos de su teoría a partir de la neurología y fisiología de su época, como el principio del placer. Seguramente si él conociera los datos actuales de la neuropsicología él los habría aceptado y cambiado su opinión.

    Dado que no se puede saber objetivamente qué es efecto de la casualidad y de la represión, lo que más conviene es estudiar la mente metiendo todo al mismo saco, y éste saco tiene que ser el de la Diosa de la Casualidad.

    Porque además nuestras bases biológicas están construidas por la variación azarosa y la selección natural, nuestra estructura cerebral y el trabajo de las células nerviosas se han creado de este modo, y por consecuencia, así como en la biología no podemos atribuirle al ADN la intención de construirse de un modo específico para ciertas cosas, igualmente no podemos atribuirle al funcionamiento de la psique su construcción de un modo específico para ciertas cosas.

    Es muchísimo más fácil, práctico y efectivo considerar los procesos inconscientes por igual, sin distinguir entre lo inconsciente descriptivo y lo reprimido. Porque además los procesos inconscientes reprimidos también pueden explicarse perfectamente como lógicas por defecto, más que como "retornos de lo reprimido" o "goce".

    Lo mejor es deshacerse de las supersticiones psicológicas como la de los deseos e intencionalidades ocultas y de las interpretaciones innecesarias, porque si el psicólogo es descuidado puede generar más problemas que sanaciones. Y es mejor ver lo inconsciente como un conjunto de lógicas por defecto, que se realizan de manera automática en cuando se ve que pueden solucionar un problema similar a uno anteriormente resuelto. Lo que sana y lo que causa las dolencias son las cosmovisiones.


Bibliografía
  • Freud, S. (2012 [1900]). La interpretación de los sueños. En Obras completas (L. López-Ballesteros y de Torres, Trad.). D.F., México: Siglo XXI.
  • Freud, S. (2012 [1923]). El yo y el ello. En Obras completas (L. López-Ballesteros y de Torres, Trad.). D.F., México: Siglo XXI.
  • Freud, S. (2012 [1925]). Los límites de la interpretabilidad de los sueños. En Obras completas (L. López-Ballesteros y de Torres, Trad.). D.F., México: Siglo XXI.
  • Geertz, C. (2006). La interpretación de las culturas. (A. L. Bixio, Trad.) Barcelona, España: Gedisa.
  • Pinel, J. P. (2007). Biopsicología. Madrid, España: Pearson.
  • Radford, A., Atkinson, M., Britain, D., Clahsen, H., & Spencer, A. (2016). Introducción a la lingüística. (A. Benítez Burraco, & N. Bel Rafecas, Trads.) Madrid, España: Akal.

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