Mi Teoría de la Espiritualidad y la Vida

Creo que lo más conveniente es poner las creencias a prueba, porque si uno decide vivir de acuerdo a ocurrencias puede poner su propia vida y la de los demás en peligro. Lo siguiente es una teoría mía, teoría que al mismo tiempo vivo como parte de mi religión, pero me parece, es lo suficientemente convincente y argumentada para que amigos y colegas la escuchen como una teoría desalmada, tal que aunque suena razonable a varios no les gusta nada; y cuando se las expreso como religión la escuchan como una serie de delirios lindos e impresionantes pero al mismo tiempo preocupantes, cuando en realidad yo la veo como una misma cosa pero contada unas veces con citas textuales y otras con mitos de mi propia vivencia e invención.

I
Los Autómatas

Richard Dawkins escribió en El Gen Egoísta su perspectiva de que todos nosotros y los demás seres vivos somos las máquinas de supervivencia de nuestros genes. Esta perspectiva se enlaza directamente con unas observaciones matemáticas y físicas a las que se les llama «autómatas».

Un autómata es, por ejemplo, la hormiga de Langton; Langton programó en su computadora un tablero blanco y una hormiga (un pixel rojo) en un lugar del tablero y le dio más o menos las siguientes instrucciones a la hormiga:
«si (estás en un cuadro blanco) {
    conviértelo en negro;
    y avanza a tu derecha;
    } pero si (estás en un cuadro negro) {
    conviértelo en blanco;
    y avanza a tu izquierda;
    };».
Puso el programa a andar y la hormiga iba por ahí de modo caótico, pero más o menos a los 10,000 pasos, la hormiga empieza a seguir un patrón uniforme, y empieza a avanzar a una sola dirección, saliendo de la región caótica y dejando un camino idéntico detrás de sí hacia el infinito. A esto los programadores lo llaman «juegos de la vida»; y a este fenómeno se le llama «autoorganización», es un fenómeno matemático observado en muchas áreas distintas, que da a pensar que muy posiblemente basta que el universo tenga reglas definidas para que la vida aparezca por casualidad, y crezca.

Dawkins (2016) en su libro dijo lo siguiente (lo traduzco directamente):

Hay un principio de que los átomos tienden a caer en un patrón estable. El punto relevante aquí es que, antes de que naciera la vida en la tierra, alguna rudimentaria evolución de las moléculas pudo haber ocurrido por ordinarios procesos de física y química. No hay necesidad de pensar en diseño o propósito o direccionalidad. Si un grupo de átomos en presencia de energía cae en un patrón estable él tenderá a ir en ese camino. La más temprana forma de selección natural fue una simple selección de formas estables y un rechazo de las formas inestables. No hay misterio sobre esto. Tiene que ocurrir por definición. (pág. 17).

La propiedad de este compuesto químico es que su forma de autoorganización consistía en replicarse, reproducirse. La perspectiva de Dawkins ha tenido críticas, la más resaltable y que me parece más apropiada es que él se centra en que toda la vida se puede reducir a los genes, pero la vida en su totalidad es más complicada, a niveles más amplios descubrimos es una serie de sistemas superpuestos y enlazados. Mario Bunge (2015) dijo:

Podemos afirmar entonces que lo viviente a] difiere de lo inanimado, b] se enraíza en éste y c] emerge de éste en un proceso histórico. En una palabra, los organismos constituyen su propio nivel de organización.
...
Los sistemas químicos tienen componentes físicos (átomos o moléculas) que interactúan de manera peculiar, a saber, entrando en reacciones químicas. Estos procesos satisfacen leyes que no son físicas sino químicas, si bien tienen su raíz en propiedades físicas de los reactivos, tales como sus números atómicos. Lo químico está pues arraigado en lo físico y emerge de éste con leyes propias.
Con los organismos sucede algo similar: son sistemas químicos con propiedades emergentes, entre las cuales figuran las leyes típicamente biológicas, tales como las leyes genéticas y las ecológicas. El arraigo de las propiedades biológicas en el nivel químico refuta al vitalismo, y la emergencia de propiedades típicamente biológicas refuta al nivelacionismo fisicalista. La alternativa viable es el organismo sistémico, o sea, la tesis de que los seres vivos constituyen quimiosistemas cuyas propiedades básicas, tomadas una por una, son físicas o químicas, pero que se combinan de manera peculiar en los organismos. Estas combinaciones emergentes de propiedades se llaman 'leyes biológicas', y éstas son características de los organismos. Si la filosofía de la biología hubiese centrado su atención en las leyes en lugar de hacerlo en las propiedades, acaso no seguiría empantanada en la disyuntiva mecanismo-vitalismo: habría alcanzado la etapa que puede llamarse biosistemista.
 (pág. 105 y 107).

Del mismo modo sucede que hay sistemas superpuestos a estos, hasta llegar a la sociedad y la cultura. Pero eso no quita que haya suficientes evidencia para reconocer que la Diosa de la Casualidad es nuestra creadora y a quien se debe la evolución de los organismos, y con ello también la vida en sus fundamentos.

Yo no soy biólogo, así que tomen desconfianza a lo que diré en lo inmediato, porque es una inferencia, quizá descuidada, de leyes de la psicología sobre la biología. Y es que me parece que estas leyes de la psique tienen un origen biológico. Son cuatro, 1) la ley de la creatividad, 2) la de la practicidad, 3) la de la belleza, y 4) la de la complejidad. Las defino ahora:

1) Primero defino: «X cosa es creativa o no es creativa; y X cosa es creativa si y solo si antes no existía (o no estaba en el sistema en el que forma parte ahora)». Y la ley de la creatividad es esta: «Ejecútense técnicas creativas». Entendiéndose por técnica cualquier acción definida y específica.

La denomino ley porque es ubicua en la mente, por ejemplo, el lenguaje. Nosotros no memorizamos una serie de frases que luego repetimos por condicionamiento, sino que siempre interrelacionamos ideas y producimos siempre frases nuevas, entendemos siempre frases nuevas. La creatividad es la mayor y más necesaria herramienta de adaptación, sin ella nos extinguiríamos al instante. Todo en la mente es un proceso creativo en constante producción. Y la coincidencia de esto, que encuentro con la biología, es que los organismos siempre varían, mutan, aparecen en ellos cosas que antes no.

2) Para explicar la segunda ley, primero debo mencionar un concepto: «marcisismo». El marcisismo es un concepto que expresé por primera vez en mi tesis de licenciatura, es el estado mental anterior al narcisismo primario, donde el sujeto, aún bebé, no diferencia entre sí mismo y el mundo exterior y los demás. Es el estado mental donde aún no se desarrolla una identidad individual, sino que el bebé está más relacionado a todas sus sensaciones, incluso las ajenas, razón por la que los bebés al ver caerse a otro, lloran como si fueran ellos mismos los que se hubieran caído; porque como no tienen una identidad establecida, pueden sentir lo que los otros.

Entonces, el marcisismo es el estado mental anterior al desarrollo de la identidad individual; y en general, es la psique en su aspecto estático en general. Así que defino ahora: «X cosa es bella si y solo si produce placer en el marcisismo, y X cosa no es bella cuando produce displacer en el marcisismo». Es decir, que defino aquí por «bella» cualquier cosa que produzca placer (consciente e inconsciente). Y la ley de la belleza es la siguiente: «Ejecútense técnicas bellas». Es decir, realícese cualquier acto que produzca placer al marcisismo.

Esta ley es una especie de «principio del placer», pero en ella tomo más de Dawkins que de Freud. Pues Dawkins dijo que por la selección natural, los genes habían acabado programándonos para sentir placer por realizar actividades que fomentaban la supervivencia de los genes; pero naturalmente, por ser todo esto efecto de la Casualidad y no de una inteligencia diseñadora, había errores que no podían ser previstos como el consumo de drogas, la masturbación y el uso de anticonceptivos.

La razón por la que le llamo «ley de la belleza» es que la belleza es el ejemplo más claro de esto: la belleza de una pintura es un placer que se siente fuera del cuerpo, que no va dirigido a promover la supervivencia de nuestra identidad individual, lo que tú dices ser tú, tampoco de los genes como tal (como dije, los genes no son inteligentes, no pensaron «voy a programar al humano para...»); es el hecho de que buscamos el placer indiscriminadamente, y por eso la llamo «ley de la belleza».

3) Defino «solución» de este modo: «Hay solución si y solo si no hay problema»; y la ley de la practicidad es la siguiente: «Si y solo si hay un problema, hay que ejecutar una solución». 

La similitud que encuentro con la biología es lo que Dawkins decía de que la primera selección natural era la acción de que los compuestos autoorganizados encontraran patrones estables. El patrón estable o la supervivencia sería la solución (expresada en los organismos complejos como placer) y el problema serían los patrones inestables o el peligro de la descomposición del compuesto, o su extinción. Pero la forma en que lo expreso es más apropiada para la psicología, así como la selección natural es más apropiada para la biología.

4) Defino «esfuerzo» de este modo: «X cosa es fácil cuando el esfuerzo necesario es menor que el esfuerzo que requiere algo difícil; y Y cosa es difícil cuando requiere un esfuerzo mayor que el esfuerzo de X; y las cosas son fáciles o difíciles». Y la ley de la complejidad de este modo: «Ejecútense técnicas fáciles para X cosa», y en caso de que de este modo el principio de practicidad no se aplique, es decir, que no se solucione nada o no se consiga placer: «Ejecútese técnicas difíciles para X cosa».

Esta es la ley que describe que siempre que un sujeto hace algo que resulta solucionar un problema, se almacena en la memoria, y cuando aparece un problema similar lo primero que hace el organismo es intentar lo mismo que funcionó la vez pasada, fácil. En caso de que no funcionara, lo que sigue es intentar exactamente lo mismo pero con mayor esfuerzo. Si la puerta no se abre empujándola leve, lo primero que haces es empujarla más fuerte; y más fuerte; hasta el final se te ocurre pensar que quizá se abre jalándola, o alguna otra cosa que sea diferente en ella, como que algo la estorbe.

Si una técnica no funciona para solucionar un problema, intentas lo mismo con mayor esfuerzo; solo si no funciona es necesario entonces el principio de creatividad para adaptarse y encontrar una solución diferente y efectiva al nuevo problema. Aunque a esta ley le veo más difícil asemejarla a algo en la biología.

A estas cuatro leyes les doy los nombres de los dioses que me las inspiraron: a Azazel-Lucifer, el dios de la creatividad, la varianza y las mentiras; a Venus-Ishtar, la diosa de la belleza; a Marte-Tlaloc, el dios de la practicidad; y a Mercurio, el dios de la complejidad. No son los dioses originales a quienes corresponden esos nombres, sino un sincretismo y delirio mío (o yo de ellos).

II
Errores de Diseño

Debido a que somos creaciones de la Diosa de la Casualidad, estas leyes permiten el desarrollo de conceptualizaciones paradójicas. 

La Diosa de la Casualidad habría programado a los genes para mandarnos sentir placer por cosas que estadísticamente favorecían la supervivencia y reproducción de ellos; parte de la evolución fue la vida en sociedad, y yo creo que es a partir de la enorme importancia de la sociedad que nosotros empezamos a desarrollar la identidad individual (porque hay animales que parecen no tener identidad, y los que sí son capaces de reconocerse en un espejo y comunicarse de manera compleja son animales sociales, como aves y primates), y entonces, establecida la identidad individual como una constante, buscar la supervivencia de la identidad propia equivalía en su mayoría estadística a mantener la supervivencia de los genes y su reproducción.

Pero parte de la ley de la practicidad es que una forma de eliminar el problema puede ser también no verlo, no reconocerlo: entrar en negación. Y funciona para la psique, aunque no para el organismo en su totalidad. Por ejemplo, quienes les temen a las inyecciones y cierran los ojos para no ver; si la inyección fuera un cocodrilo aproximándose la mente podría igual cerrar los ojos y sentirse más a salvo, pero el cocodrilo lo devoraría.

Lo primordial de esto es que no estamos hechos para entender el mundo, ni siquiera para percibirlo en su totalidad. Sino que nuestras motivaciones, muy posiblemente con raíces biológicas, consisten desde su origen únicamente en esto: sobrevivir. Y cuando se desarrolló la identidad individual empezó a ser posible que la mente se centrara en la supervivencia de esta identidad, a pesar de que salvándola fuera posible al mismo tiempo condenar al organismo en su totalidad. Por ejemplo, los campesinos de la primera cruzada que fueron dispuestos a pelear y morir para salvar su alma, y en ello perdieron la vida. Es en este punto del sistema donde los genes dejan de ser determinantes en la vida, porque se ha desarrollado un sistema superpuesto que dirige todo desde un nivel más global. La mente es la que comienza a dirigirse con leyes distintas, y desarrollada ella en una sociedad y una cultura, hace que todo se complique más y cambien las reglas constantemente. 

Puesto que estamos hechos, de principio, para sobrevivir, no para entender el mundo, y que tenemos estas paradójicas peculiaridades de la Diosa de la Casualidad, la ley de la practicidad se dirige hacia la resolución de los problemas para el individuo, no para el organismo, y la identidad individual es una ficción capaz de sufrir muy diversas transformaciones, es capaz de experimentar cosas sin necesidad de que haya una causa fisiológica, por ejemplo, los embarazos psicosomáticos.

III
Las Artes Mágicas

La realidad es que no hay una diferencia ni una oposición entre ciencia y religión, solo la hay con algunas religiones. Muchas de las actividades religiosas antiguas eran ciencias. Por ejemplo, en Kemet (Antiguo Egipto), magia y ciencia eran una misma cosa; los pitagóricos desarrollaron muchísimo las matemáticas, porque era parte de su religión que el universo estaba compuesto por números, creían que los números eran cosas en sí mismas, e incluso «matemático» era una especie de nivel de su organización religiosa; todos saben que antes la astrología y astronomía eran una misma.

Antes el concepto de «arte» era más amplio, artes eran la pintura, arquitectura, música, escultura, retórica, magia, adivinación, matemáticas, medicina, etc. Muchas de esas artes con el tiempo se convirtieron en ciencias, otras en cambio permanecieron pero aún así sigue habiendo estudios con rigor en campos como la música y la poesía.

Desde hace algunas décadas ya está muy difundido que las primeras artes, todas, tenían propósitos mágicos. Sin embargo, las artes propiamente mágicas no se convirtieron en ciencias, han permanecido igual que las bellas artes.

Pero de acuerdo a las leyes de la psique que he descrito (las llamo «leyes del proxy», pues designo como «proxy» al conjunto de las actividades funcionales y dinámicas de la mente, que es diferente del nivel neurológico y del nivel fenomenológico), las artes mágicas tienen una utilidad práctica: la tranquilidad del espíritu.

Las artes que se convirtieron en ciencias se centraron en corresponder con la realidad objetiva, y a partir de los conocimientos que obtienen de la Naturaleza llevan a cabo sus actividades. Pero las artes mágicas, entre las que incluyo diversas actividades religiosas como el rezo, se han mantenido rebeldes en general, contra la realidad objetiva. ¿Por qué?: porque si aceptaran la realidad objetiva y correspondieran con ella encontrarían que sus labores son inútiles; porque las artes mágicas no influyen de ninguna manera en el mundo objetivo, lo único que hacen es conseguir que el mago y quienes crean en la magia se sientan tranquilos, fuera de peligro, capaces de controlar de alguna manera al universo, sin ver la aplastante mirada de la Diosa de la Casualidad que indiferente en cualquier momento nos puede destruir.

No es casualidad que algunas técnicas de psicoterapia, como la silla vacía, de la terapia Gestalt, parezcan un ritual de nigromancia, como la invocación de un espíritu al que sientan en una silla y luego el paciente al sentarse allí fuera poseído por el espíritu para responderse a sí mismo. He experimentado yo mismo la lectura del tarot con bastantes personas, y en la práctica noté que las lecturas llegaban a convertirse en una especie de psicoterapia breve, y lo asombroso es que funcionaba en lo inmediato, pero no a largo plazo.

Los magos, brujos y hechiceros, en comunidades alejadas de la ciencia tienen la función social de los psicólogos, igual que los psicólogos y a veces con mucha mayor eficacia, pueden deshacer síntomas psicosomáticos, a pesar de que sus fundamentos epistemológicos y teóricos sean disparates. Por ejemplo, si una persona ha estado sufriendo una larga serie de tragedias, el psicólogo podría encontrar un sentimiento inconsciente de culpabilidad que le lleva a causarse todos esos problemas a sí mismo para pagar por ellos, pero el brujo diría que alguien le hizo brujería, haría un trabajo para deshacerlo y la persona, creyéndoselo, dejaría de manifestar su problema de ese modo, dejaría de vivir esa serie de tragedias, quizá el problema podría manifestarse de manera diferente en otro campo de su vida, pero quizá bastara la resignificación de sus desgracias para dejar de sufrir ese problema. Y quién sabe, seguro que también los psicólogos que les explican a sus pacientes: «lo que pasa es que tienes un sentimiento inconsciente de culpabilidad» no ven lo que realmente sucede sino que la eficacia de su trabajo se debe a que esa explicación falsa, si se la creen, sirve para resignificar el malestar y resolverlo. Es bastante común que al psicólogo sus pacientes lo idealicen, igual que a mí cuando le leo las cartas a las personas me atribuyen poderes especiales al grado de que algunos incluso temen que les diga su futuro porque, según sus palabras, bastaba que yo lo dijera para que ocurriera, pero si no lo decía podría ocurrir otra cosa.

No soy una persona culta, sino sólo curiosa, y aunque a algunos les parezca estúpido e innecesario, creo que para hablar de algo con seguridad no sólo hay que escuchar o leer de ello sino experimentarlo. He practicado la hechicería y la nigromancia, pero llevé un registro de todas las ocasiones, y luego de unos años, llegué a la conclusión en retrospectiva de que nada nunca funcionó. Sino que era yo, terco, quien se negaba a reconocer el experimento como fracaso y sobreinterpretaba los hechos para concluir que por alguna razón el dios al que invoqué hizo que las cosas resultaran diferente, para enseñarme algo mucho más importante que mi petición original. Y así, luego de tantos fracasos, aprendí finalmente la última de las lecciones de mi dios: «valerme por mí mismo sin su ayuda y aceptar a la Diosa de la Casualidad», y por eso a él le dedico este blog, y le llamo «el dios de las mentiras».

Hay quienes practican la magia, tercos en que la ciencia es incapaz de ver lo que ellos intuyen, pero tercos también en que solo la voluntad y la intensión es suficiente para que las partículas hagan no sé qué cosa cuántica y el universo les cumpla sus caprichos. O quienes creen que los dioses o los ángeles vendrán a ayudarles. Y sí, es una idea muy linda y tranquilizadora, pero es falsa. La utilidad de todas esas artes es únicamente: tranquilizar al individuo, y que su dolor sea tolerable, por lo menos durante esos instantes de mayor necesidad. Y sí, tienen efectos, pero son todos efectos de procesos cognitivos que se encierran en un círculo hermenéutico de sobreinterpretación. Muchos tienen la siguiente estructura lógica:

1. Sucede X cosa, la cual es mala para mí; hago un ritual para evitar eso malo (sea un rezo, una invocación, magia de contacto, brujería, lo que sea).
2. Sucede Y cosa, que puede ser buena o incluso peor que X.
3. Pero si tengo la creatividad suficiente para imaginar una situación Z que sea peor que X y Y, entonces es que el ritual que hice funcionó.

Y de este modo, sea lo que sea que la Diosa de la Casualidad me arroje, tendré el consuelo de que no me sucedió Z, que sería lo peor; y además, el consuelo psicológico de que tengo algún leve poder para controlar mi vida y mi entorno; porque no veré que en realidad soy impotente y que en cualquier momento el universo puede lanzarnos un meteoro y destruirnos junto con todo lo que conocemos sin dejar ningún rastro, y que será entonces como si jamás hubiéramos existido. Por eso, a lo largo del tiempo, hemos desarrollado muchas cosmovisiones en las que habitamos. Si el mundo se dividiera en «material y espiritual», nosotros no habitaríamos el mundo material, porque él sería seguramente muy aterrador para la mayoría, sólo podemos enfrentarlo cuando tenemos la suficiente resiliencia para encontrar en él algo de belleza.

Hasta ahora no ha sido posible probar que las artes mágicas tengan efectos sobre la realidad objetiva, sino lo contrario: no tienen ningún efecto objetivo, y aunque esto le disguste a muchos, la ciencia es el modo más apropiado que tenemos para tener conocimientos confiables de la Naturaleza, y por respeto a ella y a todos los dioses, hay que reconocer los hechos objetivos y no aferrarnos a nuestras creencias si encontramos con claridad que estábamos equivocados. Y nos equivocamos antes, hoy, y seguiremos equivocándonos, quizá incluso después de la muerte.

IV
Hechos de Palabras

Ya mencioné que tengo la hipótesis de que la identidad individual se desarrolla únicamente mediante la sociedad, pues los animales que son capaces de identificarse en un espejo, y los que en sus llamados aluden a individuos y jerarquías sociales, son precisamente animales sociales, mientras que los no sociales parecen no tener identidad individual. Pues, de acuerdo, en nosotros la vida social transcurre siempre mediante la comunicación, la cual se lleva a cabo en una inmensa porción a través del lenguaje. Todas las culturas humanas se transmiten principalmente a través del lenguaje. Por ello, digo que el lenguaje es la causa material de la cultura, y también la causa material de la identidad individual.

Nadie es nada por sí mismo aislado, todos estamos conectados, primeramente como organismos estamos conectados con el resto del universo por interacción física y química. Luego, nosotros como animales sociales con una identidad individual, solo tenemos existencia en cuanto hemos sido creados dentro de una sociedad, y hemos sido creados a través de palabras. Como decía Auguste Comte (2016):

La vida colectiva es la sola vida real, la vida individual no puede existir sino como abstracción (...) La actividad individual sólo tiene sentido en cuanto se incorpora al orden social, en la medida en que se realiza en sociedad. (pág. 131).

Por ello, la identidad individual, la sociedad y la cultura, dado que tienen al lenguaje como causa material, han de funcionar de acuerdo a los principios básicos del lenguaje y la retórica, aunque igual que sucede entre la química y la biología, se tratarían de sistemas superpuestos que, aunque dependen del trabajo de cada sistema, en sus niveles superiores han de funcionar distinto. No es como que la gramática universal fuera a ser también la cultura en general.

V
La Espiritualidad

Las formas de vivir la espiritualidad son muy variadas. Hay caminos místicos distintos en las diferentes religiones, todos con efectos reales en quienes los viven. Los judíos se entregan al temor de Adonai y encuentran la paz en reconocer que todo lo que ocurre sucede para su bien; los sufíes se extinguen a sí mismos hasta que queda en ellos únicamente la Realidad y la voluntad de Dios; los budistas extinguiendo las pasiones para llegar al nirvana; los cristianos rezando incansablemente; y así, cada cultura tiene sus propias formas de vivir la espiritualidad, y cada una con efectos distintos en la vida de sus actantes. 

De ello y el hecho de que hasta ahora no ha habido forma de poner a prueba objetivamente las cosmovisiones metafísicas y teológicas de ninguna de las perspectivas religiosas y espirituales (las cuales siempre entran en contradicción unas con otras), la conclusión más plausible es que la espiritualidad es una dimensión de la cultura.

Así, los fenómenos espirituales son reales, pero son reales porque son sociales y culturales, no porque lo que digan estas cosmovisiones acerca del mundo concuerde con la realidad objetiva. Y esta realidad de los fenómenos espirituales es la misma que la de la cultura, y la misma que la de nosotros como individuos; son los efectos de, como he dicho, el lenguaje, es decir, de los relatos y los discursos que sostienen las culturas y las religiones, dado que estas cosas, igual que nosotros, están hechas de narraciones.

VI
Las Realitae

Llamo «realitas» a la realidad percibida por un sujeto, o a la percibida por una sociedad; y anterrealitas (prerrealidad) a la totalidad de la Naturaleza, entendiéndola desde la perspectiva más objetiva posible. Pues la forma más plausible de ver la Naturaleza, me parece, no es que las creencias religiosas como los dioses, espíritus y los otros mundos existan de manera objetiva en algún otro lugar desconocido de la Naturaleza. Me parece que la ciencia es lo suficientemente capaz para tener una idea fiable acerca de la Naturaleza, y en ella, hasta el momento, no hay espacio para tantas cosmovisiones, metafísicas y teologías tan variadas y contradictorias entre sí. Lo que sucede es que de ella, más como neutra e indiferente, hemos desarrollado nosotros social y culturalmente estas cosmovisiones, en las cuales habitamos constantemente.

Nadie nunca pisa el polvo, sino que pisa una palabra, porque estamos hechos de palabras, y todo cuanto nos rodean son palabras; de la misma forma que al hablar tenemos que hacer un leve esfuerzo para notar que lo que salen de nuestras bocas son palabras, porque en realidad sentimos que emitimos significados, del mismo modo cuesta un poco notar que todo cuanto nos rodean son palabras, y que toda nuestra realidad está compuesta por narraciones.

Nuestra realidad es una historia, es solo una pizca de la Naturaleza. Habitamos una historia de entre millones de posibles. Y por eso y a eso se deben los efectos de los discursos, relatos, mitos, cosmovisiones, ideologías, filosofías, metafísicas, y religiones: porque estamos compuestos por discursos y nuestra realidad es uno, y nosotros una palabra en una historia, en la cual pueden entrar los dioses, espíritus y demás criaturas mitológicas. A todos nos ha pasado que vivimos angustiados por una situación de nuestra vida, pero al narrarla de otra forma nos sentimos diferente, a veces mejor, a veces peor; porque la forma de contar nuestra historia es lo que nos hace vivirla de ese modo. No sentimos la vida como si la viviéramos en su totalidad, sino tan sólo la sentimos según la manera en que la vemos, y nuestra mirada cambia de perspectiva según la forma en que la contemos o nos la cuenten. Por eso la mayoría de la gente se angustia y se ofende cuando les dicen «tú eres esto y lo otro», o se alegran ampliamente.

VII
La Narración

Los dioses son tan reales como nosotros, por eso reconozco la existencia de todos ellos, incluso los monoteístas, porque son reales, tienen efectos reales en la gente, pero reconozco su existencia únicamente como personajes de una historia. Aunque hay algunos dioses que sí tienen correspondencia con la anterrealitas, como los dioses paganos. A los monoteístas y ateos les cuesta entenderlo y discuten mucho por probar que existe o no ese único Dios, pero a un anahuaca le bastaba señalar al planeta Venus para probar la existencia de Quetzalcóatl, y al sol para probar la de Tonatiuh. Y aunque estos dioses son palabras también, son palabras que sí tienen correspondencia con hechos anterrealis, o hechos objetivos.

Todas las cosmovisiones tienen su origen en una sola Naturaleza, y por eso, lo visualizo como una enredadera. Imaginen el suelo, que sería aquí la parte objetiva de la Naturaleza, la anterrealitas; y de ella sale una planta que se ramifica, y poco a poco salen más y más ramas y más hojas. Imaginen que cada cosmovisión fuera una hoja de la enredadera. Y desde lo alto de un árbol, hay hojas color verde y con aroma, quienes dicen que hay ángeles y dioses; pero lo único que hay de eso en el suelo es la sombra de esa hoja, sin color ni aroma. Así, las cosmovisiones se han desarrollado a partir de la Naturaleza en su lado objetivo, como un árbol del suelo se ha nutrido, pero en la anterrealitas no hay nada de lo que la imaginación nos ha contado, ni lo que vivimos como realidad, aunque no por ello deja de ser real, porque estamos compuestos de historias, vivimos una historia, y todo cuanto nos rodea son palabras.

Y del mismo modo que la religión, dice Clifford Geertz (2006), vuelve tolerable el sufrimiento; e igual que la religión satisface necesidades psicológicas; del modo que preferimos una historia bellamente contada a un texto riguroso, es que la realidad está compuesta como una obra de arte: que la gente no cree en su religión por los argumentos, porque no estamos hechos para entender la Naturaleza, sino que estamos hechos para vivir, y del mismo modo que una pintura nos roba la mirada, los mitos nos roban el alma y la razón, y nos hacen vivir en mundos de ficción. Pero eso no significa que no sea real lo que vivimos, porque nosotros no somos partículas, somos identidades, compuestas de palabras, y el mundo que nos rodea es el lugar apropiado para nosotros, pues además, es imposible ser humano y no tener cultura, y por ello, es imposible ser humano y no vivir en una historia. El mundo que vivimos es real, pero nuestra realidad funciona diferente a la de las partículas, porque estamos en un sistema diferente. Habitamos el mismo mundo que los dioses, los fantasmas, los alienígenas, y el dinero; un mundo en el que las mentiras son palpables, porque igual que ellas, estamos hechos de palabras. Por eso podemos vivir tantas cosas que no corresponden con la realidad objetiva, como la histeria y las posesiones demoníacas.

Esa es mi teoría en general, y también parte de mi religión, aunque sonaría más bonito si les contara mis mitos sobre cómo la diosa suprema es la Narración, y su hija la Realidad.

VIII
El Mundo de las Sombras
o
El Conjunto de Todos los Mundos Posibles

La caverna de Platón va de unos prisioneros encadenados que sólo pueden mirar sombras en una pared, esas sombras vienen de objetos precisos puestos delante de un fuego, un prisionero se suelta y observa que las sombras vienen de los objetos, y la sombra es causada por ellos delante del fuego, sale de la cueva y encuentra una realidad completa y distinta de la que antes creía por sus sentidos. En la forma en que Platón la usa, utiliza al sol como metáfora del Bien; pero en la realidad no existe el Bien, sino tan solo como perspectiva.

La idea de que nuestro mundo es la sombra de uno o varios mundos superiores es muy antigua, pero yo creo que es al revés. Imaginen que los objetos sean emanaciones de las sombras. Una sombra cuadrada solo puede ser idéntica a otra sombra cuadrada, pero esta sombra puede corresponder con muchísimos objetos distintos puestos de modos diferentes ante la luz, incluso objetos que no sean cuadrados pero que por su posición corresponden con una sombra cuadrada. Tú puedes hacer sombras con figuras de animales con las manos, por ejemplo.

Entonces, mírate aquí en el «mundo real», viviendo tu vida de ordinario, sin prestar atención a las sombras; vives guiado por la luz, conoces el mundo a través de ella. Pero sabes que las cosas se ven muy distintas en los días nublados, en las tardes, y cuando entras a una habitación con focos de colores. Pero lo característico de la sombra permanece en todo momento: una forma insípida, de color indiferente y sin cuerpo palpable.

Ahora mire el lenguaje, si a usted le digo: «Juan me dijo que su perro se murió», usted se puede imaginar dos escenarios por ambigüedad (sintáctica): primero, que se murió el perro de Juan; y segundo, que él me dijo que tu perro se murió. Esto porque la palabra «su», podría tener por referencia a Juan, o a ti, porque antes del ejemplo te hablé de modo formal. El lenguaje es como una sombra de la que emanan los objetos; a estas emanaciones se las llama «mundos posibles». Una sombra, una frase, tiene millones de mundos posibles; y si digo «perro» puedes imaginarte por semántica cualquier tipo de raza, color y tamaño; pero todo ello emana de una insípida secuencia de sonidos.

Entonces, imagínate que por la tarde, dando la espalda al sol, tu sombra se volviera tan espesa, que descubrieras que el «mundo real» es una hoja de papel, y tu sombra la tinta que te deletreó; y se ha vuelto tan espesa que ha agujerado el mundo, entras al agujero y sales al otro lado de la hoja, por donde el escritor ha puesto cada una de las letras, y pudieras ver toda tu vida allí narrada. Y allí vieras que de cada palabra emerge una raíz, se unen entre ellas formando sintagmas, los cuales son una enredadera que se enlaza con los demás sintagmas; y que de cada configuración sintagmática emergen hojas; y que fuera cada hoja un mundo de los posibles. Allí está la hoja del mundo en que el perro era pastor alemán, y allá la del chihuahua; y así, todo el mundo allí fuera una tierra de tinta sombría, un jardín inmenso en donde cada hoja fuera un mundo colorido, oloroso, precioso, y lleno de vida; pero todo del cual vendría de un mundo sombrío y sin sabor: el mundo de los muertos, el mundo de las historias, el lugar de la tinta y las sombras que contienen todas las formas en su incorporeidad. El conjunto de todos los mundos posibles, el lugar del que todo proviene, y por el cuál todo existe, pero en el cuál todo cuanto vives es sólo una historia, tan real como la vida y la mentira.

Esa es la forma en que lo cuento a mis amigos, a forma de mito. Y es así que creo que no hay un mundo superior de la Naturaleza al que podamos ascender, sino tan sólo uno al que podamos descender, y desde el cuál tendríamos acceso a infinitos mundos, similares y distintos, tan reales como la historia que vivimos cada instante, pero todos ellos idénticos al escenario de un teatro.


Referencias.

  • Bunge, M. (2015). Espitemología. D.F., México: Siglo XXI.
  • Comte, A. (2016). La filosofía positiva. Ciudad de México, México: Porrúa.
  • Dawkins, R. (2016). The extended selfish gene. New York, United States: Oxford University Press.
  • Geertz, C. (2006). La interpretación de las culturas. (A. L. Bixio, Trad.) Barcelona, España: Gedisa.

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