Psicosis de la Vida Cotidiana

Lo siguiente es algo a lo que aludí por primera vez en mi tesis de licenciatura, pero aquí expondré con más argumentos la siguiente tesis: «No existen los trastornos mentales, sino sólo la variabilidad, la cual es fundamental en la psique y la sociedad, y de ella emergen, primeramente en forma de delirios, las estructuras y patrones psicológicos y sociales que después pueden llegar a considerarse culturales». De la cual debo la idea a mi amigo Luis Ricardo Ruiz González, quien dice desde que lo conozco «El respeto al delirio ajeno es la paz».

A esta tesis llegué a través de la observación del arte y su relación con la cultura, especialmente la relación del arte profético y la inspiración con las religiones. Pero he podido confirmarla a través de otros distintos caminos.

I
Problemática

Las teorías acerca de las psicosis parten de un mismo problema fundamental, y es que tratan de explicar la anormalidad a partir de un concepto cultural particular, sea, por un lado, aplicando los conceptos de la medicina a la mente, o por el otro, aplicando el concepto de lo que una cultura particular denomina «lo humano» o «lo apropiado» creyendo que es universal.

a) Acerca de la medicina, en ella los médicos se centran en el estudio del cuerpo, y la variabilidad biológica es de periodos prolongados, son muy raros los casos de mutaciones lo suficientemente anormales como para que los médicos cambien sus esquemas de lo que es «un cuerpo sano». Por eso no debe tratar la psique con la misma base conceptual que al cuerpo, el cuerpo varía en periodos prolongados, filogenéticos. En cambio, aunque todos los humanos tenemos cuerpos similares en todas partes del mundo, los pensamientos, afectos y conductas de los humanos en las diferentes partes del mundo son inmensamente variadas, y con tan sólo una generación cambian bastante, al grado de que una investigación hecha en una población de una región tiene que volver a realizarse 10 años después porque habrá resultados diferentes. El ritmo de la vida mental y social es enormemente variado y fluctuante.

Por ello, el concepto de «salud» ha de entenderse muy diferente de lo que es «normal» en estadística, porque que una manera de pensar, sentir y comportarse en una región sea normal, no significa que sea sano también en otro continente. En la psicología la estadística no nos dice absolutamente nada de lo que es «sano», sino tan sólo nos dice cuáles son los delirios más extendidos.

El concepto de lo que es una mente sana, es decir, una forma de pensar, sentir y comportarse, sana, ha de entenderse siendo conscientes de que lo sano es una cosa distinta en los muchos contextos en que una mente se puede desarrollar. Tenemos que tener en cuenta que la variabilidad que gobierna en la biología, se vive con mucha mayor intensidad y rapidez en la psique, la sociedad y la cultura. Y para ello es necesario deshacerse de los términos «trastorno mental» y «enfermedad mental».

b) El otro problema es que utilizan conceptos de lo que es «ser humano» que sólo aplican en una cultura, además, sus conceptos de lo que es saludable y psicopatológico están tomados de las formas en que se expresaba la psicopatología en una región específica y un tiempo específico, no universal en nada.

Por ejemplo, los psicoanalistas que dicen que el parricidio primordial es el origen de la cultura. Esto es falso porque los arqueólogos han encontrado que antes de haber deidades paternas había deidades maternas, en el paleolítico. Y el sólo hecho de que hubiera diosas, es decir, que hubiera religión, nos indica que es obvio que ya había cultura antes de que hubiera un «parricidio primordial que fundara la cultura», porque suponen que ese parricidio fue también de lo que nacieron los dioses padres. Y Freud mismo decía al final de Tótem y tabú, que aunque esa idea exponía, era falsa.

Toman a los neuróticos como el modelo de lo que es «humano», dicen, por ejemplo, que «el neurótico es el sujeto de la cultura», como si los psicóticos no pudieran serlo; que los neuróticos están castrados, y que en los psicóticos hubo una «forclusión» y no fueron castrados. En esto siempre van los psicólogos y psicoanalistas, diciendo de una manera u otra, que «si es psicótico, es que algo salió mal; si es perverso, es que algo salió mal», como si todo ser humano fuera un proyecto de neurótico.

¿Y qué se entiende por neurótico? exactamente lo mismo que se entiende por cristiano: alguien que siente culpa (pero dicen «crimen» en vez de «pecado»), alguien que está bajo la Ley (pero omiten «de Dios» y «de Moisés» y lo cambian a veces por «Ley del Padre» o «Nombre-del-Padre), alguien que siente amor, y que repara los daños que hace a otros (en vez de decir «redimir»). Mientras, con esos conceptos, definen psicótico precisamente como todo lo que no es neurótico. Pero en las diferentes culturas hay muchas formas de ser distintas de lo que es ser cristiano, yo no creo que los mexicas sintieran culpa mientras se sacaban huesos de los dientes al devorar a sus enemigos en un pozole.

Pero no es tan simple como que «el neurótico es el sujeto de la cultura», porque así como no podemos hablar un lenguaje sin hablar un idioma en específico, no podemos ser de «la cultura» sino tan sólo ser de una cultura en particular de entre montones de posibilidades.

Y mira, que si te encuentras con alguien en la calle que dice que ve ángeles y demonios, que ha visto el infierno y a Dios, lo tomas por loco; pero si vas a la iglesia encuentras a tus padres de rodillas al mismo tiempo que millones en todo el mundo, orando y arrepintiéndose para que los ángeles los lleven al cielo, y les eviten encontrarse en el infierno, y los tomas por personas socialmente decentes y cuerdas. Pero ¿quién está más loco? ¿el que le teme a los demonios porque los ha visto, o el que les teme sin haberlos visto? Creo que todos sabemos que Don Quijote es más chingón que Sancho Panza.

Y la religión no está encarcelada en las iglesias, ella es una merónimo de la cultura, no se puede ser humano y no tener cultura, e igualmente, no se puede ser humano y no tener religión o en su lugar ideología. Todos, incluyendo a los psicólogos y psicoanalistas, definen al neurótico precisamente con los valores morales cristianos, y esas cosas que forman parte de la dinámica de la castración, la Ley, y el Nombre-del-Padre, son los valores religiosos que en algún momento fueron el delirio de alguien. De Yeshúa ben Yosef, de Saulo de Tarso, de Platón, y muchos más.

II
Los Afectos y la Variación

Debido a la inmensa variedad de formas culturales, que alguien perciba espíritus, dioses, demonios, enanos, duendes, o lo que sea, no puede ser considerado algo «enfermo», porque estas creencias son socialmente tan reales como el dinero y las fronteras. Si nos basáramos en la estadística, dado que la mayor parte de la población mundial cree en una religión, tendríamos que concluir que los ateos y científicos son los locos, y aún ellos siguen manejando dinero.

No tengo datos de todos los profetas, pero aquí van algunos:

a) Muhammad fue huérfano, se expresa muy tristemente acerca de esa situación en el Corán, y se cree que estas fueron unas de las primeras suras:

¡Por la mañana!
¡Por la noche cuando reina la calma!
Tu Señor no te ha abandonado ni aborrecido.
Sí, la otra vida será mejor para ti que ésta.
Tu Señor te dará y quedarás satisfecho.
¿No te encontró huérfano y te recogió?
¿No te encontró extraviado y te dirigió?
¿No te encontró pobre y te enriqueció?
¡No oprimas, pues, al huérfano!
¡No rechaces, pues, al mendigo!
¡Y publica la gracia de tu Señor!
 (93)

¿Qué te parece el que desmiente el juicio?
Es el mismo que rechaza violentamente al huérfano
y no anima a dar de comer al pobre.
¡Ay de los que oran
y descuidan su oración,
que quieren ser vistos
y niegan la ayuda!
 (107)

Te ha pasado que vives una desgracia y luego, habiéndola superado y teniendo la posibilidad, ayudas a quien encuentras en la misma situación. Muhammad vivió una, y su delirio le ordenó hacer algo para solucionar la situación que a él le afectó y que otros vivían.

También los profetas de Israel tenían como motivaciones, por lo menos en sus inicios, la lucha social.

Cada uno de ellos [los profetas de Israel] tiene ideas y sentimientos propios, que hacen que el dios de Oseas no tenga la misma fisonomía que el de Amós o el de Isaías. Existen, no obstante, ciertas preocupaciones y reacciones comunes, determinadas sin duda por la situación de crisis social y política en que los profetas del siglo VIII a.C. toman la palabra. Amós, Oseas y quizá también Isaías al principio de su carrera, contemplan y denuncian los abusos sociales que aparecen como contrapartida de la prosperidad mercantil de los reinados de Jeroboam II en Israel y Ozías en Judá. Oseas asiste a la decadencia del reino del norte, e Isaías interviene en el momento en que Judá se ve sacudida primeramente por la amenaza aramea e israelita, y más tarde por la del imperialismo asirio. Estas desgracias públicas están en el centro de su reflexión y determinan su desarrollo. Para ellos Israel es una unidad sagrada, constituida por YHVH, que ha otorgado la ley y exige la lealtad y la obediencia del pueblo.
...
En el contexto histórico en que se movían, los profetas no pueden haberse presentado como predicadores de un culto «espiritual»; lo que hacen es simplemente recordar a las autoridades la vigente necesidad de retornar a la felicidad de YHVH, poniendo fin a los diversos abusos de orden social, que son el síntoma de la crisis.
...
Oseas se sirve de una alegoría tomada de su vida privada, lo que revela cuán distintamente de Amós concibe las relaciones entre YHVH y su pueblo. Estas relaciones las describe a través del relato de sus propias aventuras matrimoniales, reales o ficticias: Oseas ha estado casado con una mujer que le engañaba; Israel, por su parte, engaña a Dios con sus «prostituciones»
. (Caquot, Duchesne-Guillermin, Varenne, & Vian, 2017, págs 171-173 y 177).

Y es posible que varios de ellos hayan sido afectados primeramente por esos malestares que luego buscaron resolver.

También las herejías del cristianismo medieval surgieron de

las condiciones sociales y espirituales propias del gran movimiento de reforma de la Iglesia del siglo XI... Las herejías medievales son completamente diferentes de las herejías antiguas, porque estuvieron inspiradas por motivos morales y se difundieron sobre todo entre el bajo pueblo formado de hombres humildes y sin cultura, mientras que las herejías antiguas tenían sobre todo preocupaciones intelectuales y teológicas y se habían difundido en medios eclesiásticos cultivados. (Raffaello Morghen, según se cita en Clément, Le Goff, Gugenheim, Leroy, & Staufer, 2009, pág. 151).

Martin Luther,

a pesar de la fidelidad escrupulosa con que guardaba todas las exigencias de la regla de su orden, no podía encontrar la paz a la que aspiraba, y no sólo eso, sino que en su búsqueda desesperada concluía por maldecir a Dios, que sólo se le presentaba con los rasgos de un juez. (...) Había aprendido que amando a Dios con amor desinteresado el hombre puede crear en él un habitus, una disposición que permite la llegada de la gracia. Por eso se esforzaba con su ser entero para merecerla. Sin embargo, cuanto más se mortificaba, más indigno se encontraba. Para aumentar su desesperanza, el ocamismo enseñaba que a falta de suficientes méritos, la contricción, el perfecto arrepentimiento, produce el perdón de los pecados. Ahora bien, Lutero, a solas con Dios (...) se juzgaba incapaz de tal contricción. Se sabía presa de la codicia, que él entendía no como la libido, sino como el egoísmo que no puede ser desarraigado del hombre. De esta manera, al nivel mismo de la antropología, estaba condenado al fracaso en su búsqueda de Dios. (...) la angustia de Lutero necesitaba una respuesta capaz de satisfacer a la vez su concepción dramática del pecado y su visión exigente de Dios.
Después de muchos tanteos y muchas luchas, encontró la respuesta en una nueva interpretación de un pasaje de la Epístola a los Romanos (1:17), que hacía años alimentaba su meditación. Descubrió que la justicia de Dios de la que habla San Pablo significa «la justicia dada por Dio y por la cual vive el justo, si tiene fe». Comprendió que esta justicia es una «justicia pasiva» (opuesta a la «justicia activa» del ocamismo); pasiva, en el sentido de que en la obra de salvación sólo Dios actúa soberanamente; el hombre recibe todo de Él, no pudiendo más que justificarle, reconocerle como aquel que salva a los pecadores en Jesucristo. Con este descubrimiento, Lutero pasaba de la concepción de un Dios juez, cuya justicia consiste esencialmente en castigar, a la de un Dios padre, que, comunicando su justicia a los hombres, se entrega a ellos.
 (Clément, Le Goff, Gugenheim, Leroy, & Staufer, 2009, págs. 256-260).

Por esto, pienso lo siguiente: Los afectos son las motivaciones de la vida psíquica, y cuando una circunstancia lo hiere a uno, éste se ve en la necesidad de buscar algo más que lo tranquilice; uno se encuentra en desequilibrio, herido, y busca una nueva circunstancia que le haga sufrible el dolor, tal como decía Clifford Geertz (2009); a veces se ve en la necesidad de delirar, y si en uno de sus delirios encuentra el equilibrio y lo transmite con éxito a sus congéneres, éste delirio se convierte en cultura. De manera similar a como sucede en la biología con las mutaciones y la selección natural, pero en el sistema social en vez del biológico.

III
Conclusión

La mente no se enferma, varía; y cuando entra en desequilibrio varía con mayor intensidad para buscar el equilibrio. A esto lo llamo «psiquediversidad».

Aunque en este concepto, delirar no es necesariamente algo dañino, sino un acto mental creativo que varía en su intensidad, leve podría ser una reinterpretación del texto sagrado, una reflexión filosófica, una obra de arte; intenso podría ser una alucinación. Variaría su intensidad según la necesidad afectiva de cada uno.

En cierta forma me parece apropiado cuando dicen que los psicóticos «no son sujetos de la cultura», porque no lo son de aquella cultura a la que toman por punto de referencia, pero sí son los fundadores de los delirios que, si encuentran el equilibrio, podrían convertirse en cultura.

Un día Muhammad vio un ángel, y temió porque quizá vio un yinn o creyó volverse loco, pero su esposa lo alentó. Ahora es el fundador de una de las culturas más grandes del mundo. Lo mismo sucedió con Yeshúa ben Yosef y muchos otros. 

Y todos los valores morales y creencias que predominan en el mundo tienen un origen similar. Porque nadie puede dejar a un lado sus afectos y motivaciones en ninguna acción ni pensamiento, igual que nadie puede dejar de respirar. Y es que no estamos hechos para conocer el mundo, sino tan sólo para vivir, y eso se puede hacer de muchas formas, siempre con el corazón latiendo, asustado, con cariño o con tristeza.

Los locos no están en hospitales, están en tu casa, son tus padres, tus hermanos, tus hijos, y tú mismo.

Por estas razones, debemos deshacernos de los términos «enfermo mental» y «trastorno mental», porque nadie puede decir eso sin morderse la lengua e insultar al mismo tiempo a toda su familia, a todos sus amigos, a sí mismo, y a todos los dioses.


Referencias.

    • Carrasco Cuén, J.A. (2019) La música y su relación con lo inconsciente (tesis de licenciatura). Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, México.
    • Caquot, A., Duchesne-Guillemin, J., Varenne, J., & Vian, F. (2017). Las religiones antiguas. II (Vol. 2). (J. L. Ballbé, & A. Cardin Garay, Trads.) D.F., México: Siglo XXI.
    • Clément, O., Le Goff,, J., Gugenheim, E., Leroy, J., & Stauffer, R. (2009). Las religiones constituidas en occidente y sus contracorrientes I (Vol. 7). (M. Mallofret, Trad.) D.F., México: Siglo XXI.
    • Geertz, C. (2009). La interpretación de las culturas. (Alberto L. Bixio, Trad) Barcelona, España: Gedisa.
    • Muhammad. (2016). Corán. (J. Cortés, Trad.) Barcelona, España: Herder.

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