Comentarios con Carlo Michelstaedter y Clifford Geertz

Dispositio

    Antes de que Immanuel Kant cambiara el concepto de «arte» sin tener entender de lo que hablaba, la poesía era todo acto de creación artística-vérbica, y su principio era: «instruir y deleitar», ese es el motivo de este texto, en el que no aspiro ser muy riguroso, sino hablar más como cuando se habla con los amigos alrededor del fuego.

Inventio

    Carlo Michelstaedter hizo su tesis de licenciatura en filosofía titulada La Persuasión y la Retórica. Llamaba retórica a la vida social, la manera en que todos viven de una manera determinada, creyendo que para vivir deben vivir de esa manera, pero en el acto de tratar de vivir como manda la retórica perdían su vida auténtica; del otro lado estaba lo que llamaba «persuasión», es persuadido quien posee su vida verdaderamente, rechazando la retórica que domina la vida de todos.


    Clifford Geertz decía que la cultura es como un programa de computadora, como una guía o una receta, y en La Interpretación de las Culturas afirmó que los sociólogos no habían tomado mucho alcance en el estudio de las ideologías porque no sabían de retórica. Es bastante clara la similitud: la cultura como un programa que nos indica cómo interpretar la realidad y cómo interactuar socialmente, un programa que nos dicta cómo vivir y nos controla como títeres, como personajes en una narración, como el guion para el actor.

Exordium

    La retórica es el arte de la construcción del discurso, paradójicamente también se la conoce como el arte de la persuasión. El exordium es la introducción, a través de la cual se define el tema a tratar y se busca que los espectadores se vean atraídos por el tema. Un ejemplo es la técnica «tua res agitur», que consiste en decirte que este tema te importa, tiene que ver contigo, porque tu vida está compuesta de discursos que, sin que te dieras cuenta, han moldeado todo lo que crees que eres, cuando en realidad eres una mentira que no han terminado de contarte. Así que te contaré la leyenda del origen de la retórica:

    Había una vez dos hombres, Córax y Tisias, ambos de Siracusa. Córax decía haber creado un arte nuevo que le permitía ganar cualquier debate, disputa y discusión, y además, persuadir a los demás de lo que él quisiera; y quería dinero, así que le ofreció enseñarle su arte a Tisias a cambio de un pago. Pero como es tradición, a ningún profeta le hacen caso en su tierra; Tisias no le creía, pero le parecía que si fuera cierto lo que Córax le decía, sería muy útil dominar ese arte, así que le repuso: «Tú me enseñas tu arte, y si gano el primer juicio que tenga luego de que me enseñes, te pago, pero si lo pierdo no te pagaré nada», y Córax aceptó.

    Pero en cuanto Tisias terminó de aprender la retórica de su maestro, lo demandó por estafador para no pagarle; dijo que eso que se supone que le enseñó no servía para nada. Cuando ambos se vieron en el juicio, los jueces escucharon la versión de lo sucedido de Córax, éste les contó del trato que habían hecho: que si Tisias ganaba el primer juicio luego de aprender retórica, debía pagarle a Córax, y que si perdía no le pagaría nada, y éste era el primer juicio. Así que, si los jueces ordenaban que Tisias le pagara a Córax, entonces Tisias perdería el juicio, así que no debería pagarle a Córax; y si los jueces mandaban que Tisias no debía pagarle a Córax, entonces ganaría, así que sí debía pagarle a Córax.

    Esa misma tarde el universo hizo implosión sobre sí mismo, y luego estalló en pedazos. Esos pedazos fueron asimilados en un nuevo universo que apareció al instante, y por eso ahora nadie sabe el resultado de ese juicio. Yo creo que se rieron mucho, pero intenten verlo como una historia mística: un juicio es una deliberación acerca de lo que hay qué hacer o no, qué es lo que se manda hacer o no, ¿y qué pasa cuando algo no cabe en ese marco específico? Tendemos a pensar de este modo: los jueces debieron declarar dos cosas posibles: que Tisias le pagara o no le pagara. Y sí, ese es el programa, pero también podrían haber ordenado que ambos se encerraran hasta resolver su problema entre ellos, un duelo a muerte, que se fueran a pescar juntos, que inventaran la imprenta, quién sabe. Las posibilidades reales de lo que podrían haber dicho los jueces son infinitas, pero aún así, el programa manda que sólo se puedan realizar dos posibilidades: pagarle o no pagarle a Córax.

    Intentemos ver la retórica como un demiurgo. Primero la inventio, la parte donde uno recoge desde el Caos lo informe de la memoria y le da una forma particular: el tema del discurso; Segundo dispositio, la parte donde uno elige la estructura general del discurso, puede ser en dos partes, tres o más, lo más común son tres: introducción, desarrollo y conclusión o resumen; sucede similar con los programas de computadora, o más exactamente con los diagramas de flujo, que son herramientas para planificar los programas. Tercero la elocutio, en la que se busca refinar el estilo, ver que sea suficientemente claro porque la claridad persuade, y quien ha sido persuadido por un discurso claro es capaz de hacer lo que el orador le ha mandado hacer, mientras que quien se vio persuadido sin entender nada no sabrá hacer lo que el discurso le incitó; también se busca en la elocutio la utilización de los afectos, porque en general, debido a la necesidad psicológica de sentirse tranquilo, uno primero se siente cómodo de una manera y con alguna creencia y luego busca argumentos para sustentarla; y si los convences de algo a través de las emociones y sentimientos, ellos harán el trabajo de convencerse a sí mismos con cualquier argumento que puedan encontrar.

Narratio

    Otra parte útil del exordium es la benevolentia ad nostra persona, que consiste en hablar un poco de nosotros mismos para conmover a los espectadores, pero sin ser pretenciosos o egocéntricos ni hablar demasiado porque eso causa tedio y rechazo. Así que te contaré la historia de Carlo Michelstaedter:

    Él, a sus 23 años, en 1910, terminó su tesis de licenciatura, la envió por correo a la universidad, fue a ver una película al cine, a escuchar en concierto una sinfonía de Beethoven, creo que la 4ta; llegó a su casa, escribió un poco más, y se dio un tiro en la cabeza. Tiempo después de que leyeran su tesis, dijeron que fue un suicidio metafísico. Él era un artista, dibujante, pintor, narrador, y poeta; y no era de esos que entran a las humanidades por huir de las matemáticas, antes de estudiar filosofía estuvo estudiando matemáticas, pero se salió.

    Leí su tesis creo que a los 24 años, y desde las primeras letras me sentí conectado, como si, además de las maravillas que leía, me hablara desde el más allá. Compré su libro por accidente, yo esperaba un estudio sobre la retórica, fuera de lingüística o de psicología de los procesos de la persuasión, pero fue mucho mejor. Nada más miren lo que dice la contraportada de otro de sus libros:

En cierto sentido se agradece la decisión de Michelstaedter de suicidarse con sólo veintitrés años. De haber seguido escribiendo con tanta potencia y lucidez, quizá hubiera ocasionado el suicidio de muchos de sus lectores. Pero no por insuficiencia —aquel suicidio del que habla Schopenhauer que es un lamento porque la vida no salió como esperábamos—, sino por abundancia, por penetrar la mentira que es la vida (sabemos que vamos a morir y, sin embargo, la vida depende por definición de que actuemos con un apego que contradice esta conciencia), al grado de que apagar suavemente la llama es sólo un ligero paso hacia el abrazo de la totalidad.

    Y es verdad. Cuando lo leo me dan ganas de matarme, arrojarme al abismo mirándolo fijamente ¡a ver a quién de los dos le da vértigo primero! Es revitalizante esa sensación de entregarse a la muerte en el mar, y leyéndolo se siente. Y poco a poco, conociendo cada vez más de él, me iba sintiendo más unido. Se suicidó después de escuchar a Beethoven, que es mi favorito junto con Arvo Pärt, yo también practico la narrativa, poesía, y pinto aunque no tanto. Y especialmente, como para muchos, la muerte ha estado entre mis obsesiones más importantes. Y claro, creo que somos bastantes los que alguna vez pensamos en darnos un tiro mientras hacíamos la tesis.

    Las razones de por qué se suicidó la verdad no me interesan mucho, no me sirve de nada saberlo, igual que con la leyenda de Córax y Tisias, saber qué pasó no cambiará nada, pero la historia es tan interesante como la retórica. Cabe hacer la observación de su circunstancia: Carlo Michelstaedter veía a la retórica controlando la vida de la gente, robándoles la vida y dándoles únicamente una ilusión; y ante esa posibilidad, sólo quedaba otra más aceptable, la de poseer su propia vida. Pero su forma de entender la vida no era lo mismo que lo que comúnmente entendemos:

La vida se mide por la intensidad y no por la duración —la intensidad está en todo presente: la duración aunque sea infinita no está menos vacía si no es más que un sucederse de presentes vacíos. (...) Mientras la φιλοψυχία [amor a la vida/vileza] acelera el tiempo ansiosa siempre del futuro, y temerosa siempre del vacío. (La Melodía del Joven Divino, pág. 109).

Vida es voluntad de vida, voluntad es carencia, carencia es dolor, toda vida es dolor.
Pero toda cosa que vive, cree estar viva y tener la vida; y el dolor es para toda cosa mudo y continuo así que no lo llama dolor — sino que dolor llama a las revelaciones de la no esencia de su creída posesión, a la pérdida de lo que creía poseer. Así que también su dolor es dicho según su misma ilusión: ella se queja de no poder en adelante quejarse así como se quejaba con relación a aquella cosa, ya que a ese quejarse ella le lama gozar. Ella lamenta la pérdida de la cosa, no su perdibilidad: la irrealidad de la posesión. Y para vivir se vuelve hacia nuevas cosas similares a aquélla en la caducidad, y de esa posesión aparente se alimenta todavía oscuramente sufriendo.
Pero quien quiere la vida verdaderamente, rechaza vivir con relación a aquellas cosas que hacen la vana alegría y el vano dolor de los otros — y no contentándose con una posesión ilusoria pide la verdadera posesión, así que en él toma forma y se revela el mudo y oscuro sufrir de todas las cosas. Su vida es el rechazo y la lucha contra todas las tentaciones de las ilusorias satisfacciones, y no disperándose en el acto de las continuas correlaciones (posesiones ilusorias) se afirma y toma forma y se crea por sí misma: eso es el arte.
El arte es por tanto, el más fuerte dolor y la más fuerte vida. — y da la más fuerte alegría en la afirmación de sí mismo. (ídem, pág. 99).

    Decía que la filosofía era:

la última ilusión, y el último juego del viejo senil; —es el último optimismo que detiene a la vida en su glorioso desarrollo hacia el universal, en la alegre liberación del amor particular por el amor universal: la muerte.
...
Y llegado a la verdadera consciencia él sabe que lo que en su sueño consideraba realidad consideraba la propia vida real no era otra cosa que vida soñada y que el peso que le oprimía era la ilusión de lo particular. (idem, pág. 60 y 62).

    Entonces, siendo la retórica la construcción social que manda la forma en que uno debe vivir, y siendo la persuasión la liberación y posesión de la propia vida, ¿qué podría impedir que el juicio de Córax y Tisias se resolviera de otra manera? La retórica manda que sean dos posibilidades: Tisias gana el juicio o lo pierde; pero si los jueces fueran persuadidos según el concepto de Carlo Michelstaedter, podrían simplemente levantarse e irse, u ordenar que ambos fueran ejecutados, cualquier cosa.

    Y entre las miles de posibilidades de la liberación mística de la caverna, ¿qué elegirían ustedes? Debajo del sol sólo hay retórica, la gente vive tal como siempre se ha hecho, perciben las cosas de modos iguales porque el programa se los dice, como explicaba Clifford Geertz (2006):

La cultura es pública porque la significación lo es. Uno no puede hacer una guiñada (o fingir burlescamente una guiñada) sin conocer lo que ella significa o sin saber cómo contraer físicamente el párpado y uno no puede llevar a cabo una correría para adueñarse de ovejas (o fingir la correría) sin saber lo que es apoderarse de una oveja y la manera práctica de hacerlo. (pág. 26).

    No es nada más que la cultura es un conjunto de tradiciones colectivas como las fiestas y los rituales de transición, rige también la forma en que percibimos los acontecimientos, y la forma en que reaccionamos ante ellos. Y nuestra dependencia de estos programas culturales es total:

Lejos de obrar la cultura sólo para complementar, desarrollar y extender facultades orgánicas lógica y genéticamente anteriores a ella, parecería que la cultura fue un factor constitutivo de esas mismas facultades. Un ser humano sin cultura probablemente no sería un mono con talentos intrínsecos aunque no realizados, sino que sería una monstruosidad nada viable. (pág. 70).

    En psicología hay una prueba de ello, y es que en las etapas del desarrollo cognoscitivo de Piaget ocurre que si una persona no tiene acceso a la educación no logra llegar a la etapa de operaciones formales, sino que se queda en la etapa de operaciones concretas. Igual en el futuro, con el progreso constante de las ciencias y una cada vez mayor necesidad de adquirir más conocimientos, será posible que aparezcan diferentes clases de formas de pensamiento que hoy no tenemos, así como antes nadie podía leer sin hacerlo en voz alta, y ahora todos somos capaces de ello.

    No es posible ser humano y no tener cultura, ¿y cómo se transmite la cultura? Entre los primates con conductas culturales hay unos que entre los cuales las madres enseñan a sus hijos a romper la cáscara de una semilla o algo así, a través de pura imitación, no sé si tengan algún lenguaje corporal para comunicarse, según parece no, pero no soy etólogo, no soy experto en eso. Lo que sí, parece ser que hay cultura entre algunos de ellos que no tienen lenguaje, o al menos, no más desarrollado que el canto (incluyendo chillidos). Pero entre nosotros la cultura está sustentada principalmente en el lenguaje. Las tradiciones, los rituales, las historias, los deberes, los mitos, todo se transmite mediante el discurso. Y la retórica es el arte de construir el discurso.

    Claramente, Carlo Michelstaedter, en lo que llamaba persuasión, al ser persuadido no podía dejar de estar respirando en el mar de la cultura, aunque creyera haberse liberado, y aunque hubiera creado una cultura distinta. Su retórica y persuasión, son temas dentro de un discurso nuevo, y por ello, su filosofía es otra retórica. "Yo sé que hablo porque hablo pero no convenceré a nadie; y eso es deshonestidad —pero la retórica me obliga por la fuerza a hacer esto" (La Persuasión y la Retórica, pág. 47). ¿Qué puede hacer alguien que esté libre de la retórica? Quizá solo la muerte puede salvar a quien le desagrade la retórica. Como dice el Éxodo: quien ve el rostro de Dios, muere.

    Fue al cine y a un concierto, escribió un poco más. Lo tenía planeado, y fuera lo que fuera que creyera, sentía la posibilidad de no regresar y sentía aprecio por varios aspectos de la vida que quiso disfrutar por última ocasión.

    Y como decía él:

Sé lo que quiero y no tengo lo que quiero. Un peso pende de un gancho, y al pender sufre porque no puede bajar: no puede salir del gancho, porque lo que es peso pende y lo que pende depende.
Queremos darle satisfacción: lo liberamos de su dependencia; lo dejamos ir, que sacie su hambre de lo más bajo, y baje libremente hasta quedar satisfecho. —sin embargo, en ningún punto se sacia y quiere siempre seguir bajando, ya que el próximo punto supera en bajeza al anterior. Y ninguno de los puntos futuros será capaz de satisfacerle, al ser necesario para su vida, mientras le espere uno más bajo aún; pero dicho presente cada vez, cada punto no tendrá el más mínimo atractivo para él, ya que no será el más bajo; de modo que en cada punto él carece de los puntos más bajos y éstos lo atraen cada vez más: lo posee siempre una misma hambre de lo más bajo, y le sigue quedando una infinita voluntad de bajar.
Y es que, si en un punto ésta se le acabara y en un punto pudiera poseer el infinito descender del infinito futuro — en ese punto ya no sería lo que es: un peso.
Su vida es esa carencia de vida. Si ya no le faltara nada — sino que fuera finito, perfecto: si se poseyera a sí mismo, habría terminado de existir. (...)
Nunca una vida está satisfecha de vivir en el presente, ya que es vida en tanto que continúa, y continúa en el futuro lo que le falta por vivir. Si se poseyera aquí y ahora por completo y nada le faltase, si nada le esperara en el futuro, no continuaría: dejaría de ser vida. (ídem, págs. 51-52).

Argumentatio

    La argumentatio, o probatio, suele ir después de las narraciones y las técnicas de endulzamiento, son más efectivas las argumentaciones luego de que convences al otro de que lo que dices le conviene. Una vez que el otro te mira con agrado, es más fácil que te crean aunque digas tonterías. De otro modo no puedo explicarme que haya gente que tome en serio a Jacques Derrida.

    Imagínense que están en la caverna de Platón, atados, viendo las sombras. Pero se escapan, y afuera hay un mundo totalmente nuevo. Y tras un tiempo de haberse escapado, se dan cuenta de siguen atados al suelo por la gravedad. Entonces se escapan de nuevo, al espacio, y allí ven que el sol es solo una de entre millones de estrellas. Luego imagínense que hay una sucesión infinita de mundos, de tal manera, que el lugar donde nos encontremos es totalmente indiferente.

    El principio cosmológico en física es eso, que el universo es isótropo y homogéneo, no hay ningún lugar privilegiado en el universo. De modo que no tiene caso salir de la caverna. Para nosotros es imposible no tener cultura, es imposible escapar de la retórica.

    Pero imaginen ahora la caverna de Platón a la inversa. Imaginen que fuera la sombra de la que emergieran los objetos, como los árboles de las semillas. Un objeto puede proyectar una única sombra, pero esa única sombra puede concordar perfectamente con una inmensa cantidad de objetos diferentes posibles. Una sombra cuadrada es igual a sí misma y nada más; pero puede haber muchísimos objetos de formas distintas que, en la posición exacta, correspondan con la sombra cuadrada aunque estos objetos no sean necesariamente cuadrados, por ejemplo, un rectángulo tridimensional (un hiperrectángulo) del lado correcto puede proyectar una sombra cuadrada aunque él en su totalidad no sea un cuadrado.

    Así, la realidad objetiva, es como una semilla de la que emanan, como ramas de una enredadera, un montón de culturas y perspectivas acerca de esa realidad común. Así como al leer una historia, de la insípida tinta de las letras emana todo lo que ocurre en nuestra imaginación.

    Todas las cosmovisiones tienen, al menos en nosotros los humanos, un origen común y determinante: la retórica, el arte de construir el discurso. Aunque siendo rigurosos habría que añadirles la ecología, la genética, la fisiología, las experiencias individuales, y muchas cosas más. Pero aquí me enfoco en eso. La retórica es una especie de arte demiurgica de la percepción y la sociedad. Es un arte de la producción natural del discurso, sus pasos los cumplimos cotidianamente antes, durante y después de hablar, aunque con diferentes grados de habilidad.

    Uno no puede habitar fuera de todas las construcciones de la retórica, pero quizás uno sí pueda viajar entre los muchos mundos, así como cuando visitamos a un amigo en su casa; o vivir en varios al mismo tiempo, siempre que reconozca que lo que vive es una de muchas posibilidades que pueden encontrarse en concordancia como en contradicción, y son todas igual de reales, aunque en cierta medida tiene aspectos que son incompatibles con la gran realidad de la que todas las construcciones retóricas son variaciones e interpretaciones.

Peroratio

    La peroratio es la parte final o conclusión de la estructura del discurso. Luego siguen otras partes como la memoria, y la actio, pero este texto ya está escrito. Se supone que aquí va la conclusión. Pero esto es más como una charla con amigos, dije, y siendo ese el caso, creo que yo ya estaría ebrio y se me olvidaría dar una conclusión a un discurso estructurado. Y la verdad es que las secciones tienen esos títulos pero el contenido no corresponde con ellas en el orden de los títulos.

    ¿Y entonces cuál era la finalidad del texto? Pues estamos en la pandemia y no tengo nada qué hacer, me aburro, y quería contar un poco de Carlo Michelstaedter porque pocos lo conocen y a mí me gusta mucho. Léanlo, es tan genial que dan ganas de matarse.


Los libros son:
  • La Persuasión y la Retórica, de Carlo Michelstaedter, editorial Sexto Piso.
  • La Melodía del Joven Divino, de Carlo Michelstaedter, editorial Sexto Piso.
  • Y La Interpretación de las Culturas, de Clifford Geertz, editorial Gedisa.

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