La Influencia del Judaísmo en el Psicoanálisis

Aunque suene a falacia ad hominem, Freud era judío y lo judío no se quita con trabajar los sábados. A veces la gente se explaya con las asociaciones entre el psicoanálisis y Schopenhauer, Nietzsche y otros filósofos. Pero los académicos muy frecuentemente se olvidan del enorme peso que tiene su herencia religiosa en todas sus filosofías y teorías, que es de lo que hablaré aquí.

Para empezar, con el concepto de pulsión se refería Freud a un impulso inconsciente que lleva a la gente a realizar ciertas cosas, la pulsión está compuesta por representación y afecto. Las pulsiones vienen del Ello, que es la parte más primitiva del Yo. El Yo al introyectar la figura de autoridad, normalmente el padre, crea al Superyó, de este modo el Yo se pone ante el Ello como diciéndole: "No desees más a la madre ni al padre, aquí estoy yo, igual a ellos, ámame a mí" y de este modo el Yo luego puede redirigir las pulsiones del Ello hacia otros rumbos, sublimándolas. Es decir, que si una pulsión manda derramar sangre, el Yo puede hacer que ésto se realice siendo cirujano, por sublimación.

El aparato psíquico (Ello, Yo, y Superyó) y las pulsiones aparecen casi idénticas en la fisiología y anatomía del alma según el judaísmo. En el judaísmo existen la nefesh, que es la parte del alma ligada a los instintos y necesidades (idéntica al Ello); la ruaj, que es la parte del alma ligada a las emociones y sentimientos (idéntica al Yo); y la neshamá, que es la parte del alma ligada al pensamiento y lo espiritual, al deber moral y la piedad (idéntica al Superyó). En la dinámica del alma según el judaísmo, todos estamos compuestos por microalmas que vienen de lo Alto, encarnan en nosotros y a través de nosotros se redimen o se condenan, cuando morimos esas almas regresan a lo Alto, y las que no pudimos redimir reencarnan en alguien más, hasta que por fin subirán todas. La ruaj es la que se encarga de traer esas microalmas, las cuales al instalarse en el individuo, lo motivan a realizar ciertas acciones, creándose así lo que llaman "mazal". Un mazal es una tendencia a realizar ciertas acciones, por ejemplo, un mazal puede impulsarnos a derramar sangre, y dependerá del libro albedrío si decidimos ser asesinos o cirujanos.

Este mazal es un concepto idéntico al de pulsión. Y la dinámica de su adquisición es idéntica a cómo el Yo, en la teoría psicoanalítica, introyecta imagos, a través de las cuales luego redirige las pulsiones del Ello hacia destinos distintos como la sublimación o los síntomas neuróticos. Es así, que la teoría psicoanalítica de Freud sobre el aparato psíquico y su dinámica está calcada de la cosmovisión judía sobre el alma.

Y sobre la asociación libre, el método de investigación psicoanalítico, pueden ustedes comprar el Zohar, el Libro del Esplendor, y verán en ese libro cómo la Cábala emplea exactamente el mismo método. La Cábala es asociación libre aplicada a la Torah, y el psicoanálisis es una cábala atea aplicada al discurso de los pacientes.

Freud desarrolló el concepto de "castración". En su teoría dice que para los niños la madre representa la satisfacción de todas las necesidades y deseos, naturalmente tenderán a obtener de ella todo lo que deseen; y el padre es quien los limita en la realización de sus deseos, a eso se le dice que los castra. Esto viene de las fantasías sexuales infantiles, que cuando los niños empiezan a manifestar un poco su sexualidad, los adultos les dicen que no se toquen ahí o que no hagan eso porque si no, les van a cortar el pene. Entonces, Freud decía que la identidad de género viene según si se tiene pene o no. Que las mujeres no tienen pene, entonces desean el falo de los niños o desean el falo para tener un hijo ellas. En la época de Freud esto era comprensible, los hombres controlaban todo y, aún los pobres que no dominaban a nadie, podían controlar y desquitarse con sus mujeres a quienes tenían sometidas, en aquella época ¿quién no quisiera tener un pene? Pero fuera de eso, el concepto de "castración" vino precisamente del mismo Freud. Los judíos siempre han practicado la circuncisión.

Actualmente sabemos que existen varias sociedades en las que existen más de dos géneros, no es algo nuevo y exclusivo del delirio posmoderno. Con Freud se entiende que si no tenemos falo, somos mujeres; que si tenemos falo, somos hombres; pero hay sociedades en las que hay otros géneros, por lo tanto esa teoría es falsa. No hay nada más qué discutir al respecto, es falsa. Es una teoría motivada por una cultura particular, por la cultura judía, por la circuncisión. Y las sobreinterpretaciones abstractas de que "se trata de una posición respecto a la presencia-ausencia" son inútiles.

Otra teoría psicoanalítica motivada por la religión es la de la represión primordial. Freud creía que en algún momento de la vida ontogenética, es decir, de la vida de cada persona en singular, había un proceso que hacía que la consciencia se dividiera, naciendo así lo inconsciente. Pero esta teoría no está motivada por los hechos, está motivada por la mitología judía, la caída del paraíso de Edén. Lo inconsciente está biológicamente determinado, biológicamente nuestro sistema nervioso está determinado para realizar procesos cognitivos, perceptivos y motores de manera inconsciente.

Finalmente, en el psicoanálisis "la Ley" y el Nombre-del-Padre tomaron un aura divina. El origen judío de esto es evidente. Lo que los cristianos llaman "Viejo Testamento" los judíos lo llaman "Torah", que significa "Ley". El Dios de los judíos, Adonai, es el Dios de la Ley. Y el Nombre-del-Padre, viene de la heroización de los patriarcas. Hay muchísimas culturas que antes de tener dioses padres tenían diosas madres, las primeras divinidades en todo el mundo eran deidades femeninas, esto deja claro que la aparición de la cultura no tiene nada qué ver con el patriarcado ni con ningún Nombre-del-Padre. La civilización, la cultura y el lenguaje ya estaban desde muchísimo antes, desde la época matriarcal.

Y así, puede verse que las teorías psicoanalíticas más básicas están totalmente influidas, algunas directamente calcadas del judaísmo. Y por ello, siendo influenciadas por una cultura particular, no pueden aplicarse a todas las culturas del mundo. Los psicoanalistas se la pasan hablando siempre de la cultura, pero nunca se salen ni un sólo instante de la cultura judeo-cristiana.


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